Muchas veces pensamos en qué podemos hacer para que nuestras hijas e hijos vivan sus experiencia y emociones de manera saludable; Y a pesar de que deseamos sólo lo mejor para ellos debemos hacer consiente nuestro accionar al momento de criarlos.
Debemos, ante todo, conmovernos ante ellos y con ellos, esto les permitirá sentirse amados y sobre todo aceptados generando autoconfianza, seguridad y paz en sus acciones, actitudes y comportamientos ante cualquier situación, buena o mala, que vivan o vayan a vivir.
En segundo lugar corresponde solidarizarnos con las situaciones problemáticas y dolorosas por las que pudieran pasar nuestras hijas o hijos. Esta solidaridad debe ser empática, demostrada en la firmeza de nuestro carácter para inculcar en ellos fortaleza interior que tiene que ver con la forma en que una persona se acepta a sí misma y aprende a aceptar a las demás.
Esta forma de criar debe llevarnos a reflexionar todos los días sobre lo que hacemos o dejamos de hacer, acciones basadas en la experiencia previamente aprendida de escuchar, decir, tocar, acompañar y sentir; sólo así sabremos cómo acompañarlos con ternura en sus propios caminos.