Desde la década de 1980, el abismo existente entre los que tienen y los que no ha crecido en casi todo el mundo desarrollado. Hablamos y escuchamos frecuentemente de la desigualdad, pero ¿a qué nos referimos exactamente y qué entendemos por desigualdad? ¿Cómo se mide?

La desigualdad no se trata solo de la riqueza, el patrimonio neto, o de los ingresos, el sueldo bruto. También puede abarcar la expectativa de vida, la facilidad que tienen las personas para acceder a los servicios de salud, la educación de calidad o los servicios públicos. Hay desigualdades entre los géneros,  entre los grupos sociales y también entre los niños, niñas y adolescentes

¿Por qué hablar de la desigualdad infantil es importante? 

En las últimas dos décadas los avances económicos, culturales y sociales en América Latina y el Caribe han impactado positivamente en el bienestar de la población infantil y han permitido la creación de mejores condiciones institucionales para que el ejercicio y el disfrute de los derechos de niños, niñas y adolescentes sea una posibilidad cierta. 

Sin embargo, aún existen millones de niños y niñas sin poder asistir a la escuela, sin poder tomar agua potable, sin poder alimentarse bien, porque aún no se han generado las oportunidades ni condiciones para que lo puedan hacer. 

Es impostergable que forjemos un movimiento social comprometido, amplio y democrático para superar la desigualdad y que alcemos nuestra voz con estas demandas y necesidades. Superar la desigualdad exige que todos seamos protagonistas del cambio, desde las generaciones más jóvenes hasta las generaciones que actualmente manejan las leyes, la economía y los países. 

Estas son algunas formas que proponemos para empezar a combatir la desigualdad existente:

1.Brindar educación a millones de niños, niñas y adolescentes que están fuera del sistema educativo, con sistemas de apoyo de refuerzo escolar, que les ayude a nivelarse.

2.Erradicar la desnutrición crónica, a través de programas de desayunos y almuerzos saludables desde los propios centros escolares que se extiende a los periodos vacacionales, donde accedan a alimentación saludable.

3.Crear espacios de ocio y tiempo libre en los que puedan desarrollar sus habilidades y fortalecer su desarrollo emocional, a través de juegos, retos, deporte, arte, etc.

4.Crear espacios de diálogo, como mesas de infancia para conocer la realidad de los niños y niñas de los municipios y escuchar sus necesidades y demandas.

5.Implementar programas de juego para niños entre 7 y 16 años que busquen la relación entre iguales, la creación de espacios de ocio alternativo y la mejora en la resolución de conflictos. 

Conclusión

La creación de Iniciativas, programas, actividades tienen una importancia vital en tiempos de crisis como el actual. No debemos olvidar que hacer frente a las desigualdades no es una opción sino una necesidad moral y práctica.  

Levanta tu voz, forma parte de movimientos juveniles en pro de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Puedes ser parte de la generación que pondrá fin a esta y otras injusticias y seguir sumando a más y más personas,  firma el pacto aquí: