Rompiendo los estigmas  

  Felisa, experiencia de una lucha conquistada en el proceso de educación de la niña  

Rompiendo estigmas en la educación de niñas

Felisa creció en una comunidad a 45 kilómetros de la ciudad de Oruro, en el Altiplano boliviano, en su natal pueblito sólo se podía cursar el nivel primario de educación. Su mayor reto, durante su niñez, fue estudiar a pesar de la creencia de que las mujeres no necesitaban hacerlo.

 

Además de esta barrera, acceder a materiales escolares y las distancias hacían que los estudios sean difíciles de continuar y una educación universitaria se volvía, prácticamente, inalcanzable.

 

El primer contacto que la niña tuvo con World Vision Bolivia fue a través de un concurso de pintura en la plaza de su comunidad, en el que ella participó obteniendo un premio, consistente en materiales escolares, que la motivó a continuar danto su mejor esfuerzo en la escuela. “Ese momento marcó mi vida” recuerda Felisa.

 

A medida que se involucraba más en las actividades del Programa de Área Soracachi, Felisa fortaleció su deseo de salir adelante: “Participar de las actividades programadas para las niñas, niños y adolescentes; como son los encuentros nacionales, regionales, campamentos, talleres de liderazgo y campeonatos, entre otras; me permitió formarme como líder y también me permitió descubrir mi vocación para cursar mis

estudios superiores”, relata.

 

A través de los talleres y actividades, el apoyo de los técnicos y el impulso que le daban para que continúe estudiando, Felisa fue capaz de romper el estigma que había en su familia de “que solo los hombres podían estudiar”. Felisa llegó hasta séptimo de primaria sin problemas, pero al momento de ingresar a octavo, su papá ya no la inscribió en la escuela; para él ya no era necesario, era una inversión innecesaria y además necesitaba ayuda en la casa.

 

Pasaron un par de meses y en el momento que pudo, Felisa fue a hablar con el director de la escuela para poder regresar a clases. El director llamó a su padre y lo convenció para que ella pueda seguir estudiando: “La fortaleza y el valor que me dio World Vision, me hizo luchar por seguir”. Hasta el día de hoy, cuando ella suele preguntarse, “qué hubiese pasado si no hubiera ido ese día, si no hubiese hablado” World Vision la apoyó con material escolar y, una vez que llegó a secundaria, la ayudó promoviendo su participación en los procesos de fortalecimiento en liderazgo y en eventos regionales y nacionales.

 

Para continuar con su educación secundaria, Felisa debía ir hasta la capital del municipio, en bicicleta, manejando una hora de ida y otra de vuelta, “yo vivía en la última casa distante de la escuela, yo creo que eso, también, motivó a otros niños para que puedan estudiar”. Cuando le tocaba el último año de secundaria, el papá de Felisa, la fue a inscribir al colegio sin que ella le tuviese que decir nada; ese fue un momento muy importante para ella porque supo que su papá había entendido la importancia de la educación, “en mi comunidad, las mujeres no estudiaban, mi promoción fue la primera con mujeres” destaca Felisa.

 

Mientras estaba en el colegio, Felisa participó ampliamente de las actividades de World Vision y formó parte de las redes de niños, niñas y adolescentes. Fue presidenta de la red durante dos períodos, es decir, cuatro años, y como parte de la directiva, participó de eventos nacionales. Fue incluso una de las dos personas seleccionadas de su proyecto denominado “Promoción de la Justicia” para ir a La Paz (ciudad sede de gobierno en Bolivia) y ser parte de una capacitación en Derechos Humanos.

 

Después de la capacitación, pudo ir a diferentes programas en otras regiones, replicando lo aprendido y educando a otras personas, así fue que, después de terminar la escuela, ella decidió estudiar derecho.

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Felisa pudo ingresar a la universidad; si bien en un inicio contó con el apoyo de sus padres, al tener varios hermanos, tuvo que sustentarse por sí misma mientras estudiaba. Para el segundo año, se ganó una beca alimentaria y hasta el final

de su carrera, trabajó vendiendo comida los fines de semana para poder continuar con sus estudios.

 

Cuando Felisa terminó el colegio, se quedó bastante ligada a World Vision apoyando cómo voluntaria en algunos proyectos. Pero, se tuvo que alejar de estas actividades debido al avance de sus estudios en la universidad. Sin embargo, Felisa pudo volver y trabajar en la ONG antes de terminar la universidad.

 

“En mi cuarto año terminé un proyecto porque el encargado renunció, al principio traté de excusarme porque tenía clases y estaba en el turno de la mañana en la universidad, pero World Vision mandó una carta, me cambiaron de curso, acepté y después de concluir la universidad opté por la modalidad de trabajo dirigido en el área de protección de la niñez y por último postulé a un cargo de un proyecto de trata y tráfico, en el que promovimos la organización de una red de instituciones para combatir este problema”.

 

Actualmente, existe un Consejo Departamental de lucha contra la Trata y Tráfico que sigue funcionando y cuenta con más de 20 instituciones para cumplir y promover su labor, “es algo que hice y que continúa”.

 

Para Felisa fue muy importante formar parte de un Programa de Área de World Vision, “me impactó bastante; la manera en que participaba de las diferentes actividades, sobre todo los eventos nacionales, me ha permitido conocer e interactuar con otros niños de diferentes regiones y todo ello ha sido una fortaleza como persona, me enseñó a ser perseverante y resiliente, y hasta me ha permitido romper estigmas”.

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Actualmente, Felisa es Abogada y trabaja fortaleciendo una Red de Adolescentes y Jóvenes en el Programa de Área Esperanza. Ella es técnico integral de protección y

gracias a su posición en World Vision y al espacio que tiene con los jóvenes, intenta enfatizar todo aquello que a ella la ayudó y motivó, “trato de ser empática con ellos

y siempre les ando contando anécdotas y experiencias de cuando yo era miembro de una red. Ser parte del proyecto me permitió ganar mucha experiencia, formación de

liderazgo y ahora todo eso me permite trabajar con los jóvenes con énfasis en que ellos pueden descubrir sus talentos y pueden tener un proyecto de vida y ser

resilientes” concluye la joven abogada.

  

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