El timbre suena marcando la salida de clases, la gestión escolar presencial ha terminado, los estudiantes salen por la puerta que para esta gestión escolar se volvió a abrir recibiendo a esa niñez ávida de aprendizaje después de un largo periodo de clases virtuales.

Los estudiantes, después de concluir el año académico con la satisfacción de haber terminado un año más de aprendizaje, piensan ahora en sus planes para las vacaciones, con grandes posibilidades de aventuras que narrarán el próximo año cuando nuevamente retornen seguros a clases.

El Proyecto Retorno Seguro a Clases con el financiamiento de KOICA y World Vision Korea y ejecución a través de World Vision Bolivia, ha contribuido en este año que más de 20.000 niños y niñas puedan terminar el año escolar con clases presenciales de forma segura, en el contexto post COVID-19.

Las clases a distancia ha conllevado retos que los estudiantes y padres de familia debieron sortear para que los niños no se atrasen en su desempeño académico, según nos relata Celestina Ocampo, madre de familia.

“Nuestros hijos tenían un poco de dificultad porque no todos disponen de celulares o megas (para navegar para la conexión de internet), no era igual el aprendizaje, en mi casa teníamos dificultad con la señal, se cortaba y ahí se atrasaban”, dice ella.

Ruth (10), es hija de Celestina y acota que, “cuando las clases eran virtuales, no pasaba muy bien porque no tenía wifi, gastábamos mucho comprando tarjetas (megas), no aprendíamos lo suficiente en ese tiempo” recuerda la niña que acaba de concluir el quinto de primaria.

Para Daniel de 12 años de edad, que el próximo año cursará el primer año de secundaria, la experiencia de las clases fuera de la escuela tampoco fue muy satisfactoria. “Más me gusta las clases presenciales, porque cuando pasamos virtualmente no aprendíamos tanto” reflexiona el niño quien celebra que tuvo la oportunidad de volver a la escuela.

Para los docentes la situación no era menos preocupante, las condiciones no estaban dadas para las clases virtuales, especialmente en contextos más vulnerables y la contribución de World Vision y KOICA para el retorno seguro a clases ha sido fundamental.

“Estábamos realmente preocupados, entonces nosotros resucitamos ante una situación triste y lamentable”, apunta Juan Poca, director de la unidad educativa, que encontraron en el proyecto Retorno Seguro a Clases de KOICA la oportunidad para abrir las puertas de forma de segura de las escuelas y devolver las “esperanzas de mejores días” para la niñez, acota él.

“Hemos tenido el gozo de contar con el jabón, lavandina, alcohol en gel y todos los implementos de bioseguridad que nos han proporcionado, que han cubierto todas las necesidades de la unidad educativa hasta la fecha” manifiesta el docente con la satisfacción de que sus estudiantes no hayan tenido que retrasar su aprendizaje durante esta gestión escolar.

Para Ruth ya no es una preocupación quedarse en casa el próximo año para pasar clases de forma virtual, ella tiene la seguridad de volver a la escuela de forma segura, pues cuenta con los implementos necesarios para cuidarse y cuidar a sus compañeros.

“Estamos más que protegidos contra el COVID, usamos el alcohol y jabones que nos proporcionaron, con eso nos sentimos protegidos; aquí no había nada de eso, sólo nos protegíamos con barbijos, distanciamiento y si había algún síntoma debíamos quedarnos en casa” relata la niña.

Su madre, Celestina comparte la alegría que la niña tuvo al volver a la escuela, porque tienen mejores condiciones para aprender. “Ahora en presencial mi hija ha mejorado harto, desde que empezó las clases presenciales están mejorando bastante”, replica.

La comunidad educativa en su conjunto ha tomado conciencia de la importancia del protocolo de bioseguridad y tanto docentes como padres de familia han participado activamente en procesos de orientación para la prevención.

“Nos enseñaron que nos lavemos las manos al salir del baño y nos sequemos las manos con toalla para ingresar al curso para estar más seguros, siempre usar barbijos porque podrían infectar a otras personas” reflexiona Ruth y a lo que asiste firmemente Daniel, durante una feria sobre los protocolos de bioseguridad en su escuela.

Para el docente, los niños de la comunidad educativa, son los más importantes y cada esfuerzo por brindarles mayor seguridad vale la pena.

“Ahora ningún padre de familia tiene la excusa de no enviar a sus hijos de manera segura y que los niños ingresen a la dinámica de cuidar su salud también y esperamos que de la misma manera puedan replicar en sus casas” concluye el profesor Juan Poca.