Existen culturas y culturas, la nuestra es más afectiva, mostramos nuestros sentimientos y emociones  de una manera más natural, más espontánea; abrazamos y besamos a nuestros seres queridos y en especial  a nuestras  hijas e hijos, afecto que se da de una manera natural. Esas expresiones de cariño y de amor, al momento de ser mamás y papás, se convierten en elementos primordiales de crianza. Al inicio son instintivas y garantizan la supervivencia del recién nacido, luego se construyen día a día.

El contacto físico, estar cerca, es el lazo que posibilita experiencias amorosas, al sentir nuestros abrazos y caricias nuestras hijas e hijos no sólo se sienten amados también transmitimos calma, brindamos seguridad, forjamos y reforzamos su autoestima, se sienten protegidos, en paz, saben que son comprendidos, desenvolvemos un sentimiento positivo de protección que está asociado a la ternura.

Ternura es mostrar con plena conciencia y sinceridad, afecto y emociones a través de todos  nuestros sentidos; una caricia, una mirada,  un abrazo que reconforta y consuela; un beso tierno que muestra el amor y el cariño, una palabra  de ánimo que reafirma.

Nada mejor que un abrazo, una  caricia  para  reconfortar el alma y amar con ternura.