Daniela Castro, profesora del Centro Integral Multisectorial Macharetí, enseñando a elaborar artesanías a algunos niños con discapacidad.

Manos especiales de las personas con discapacidad dan forma a objetos de su entorno en refinados y variados productos artesanales que desde Macharetí ofertan al mercado nacional como una alternativa de superación personal, gracias al apoyo de World Vision Bolivia.

Es el primer proyecto piloto a nivel rural, como parte de un programa de terapia ocupacional del Centro Integral Multisectorial Macharetí, con el que se busca la inserción social en el ámbito laboral de 50 personas con discapacidad que acuden a sus aulas, entre niños y adultos, en cumplimiento a la ley general para personas con discapacidad que busca garantizar el ejercicio pleno de sus derechos y deberes en igualdad de condiciones y equiparación de oportunidades

Cesar Arambulo, director del centro especial, sostiene que no existen limitaciones que las personas con discapacidad no puedan superar en un entorno social que se adapta a sus necesidades y “en el centro de Macharetí estamos preocupados por responder a esas necesidades a través de las metodologías inclusivas y técnico productivos aplicados bajo la guía de profesionales que se han especializado para trabajar personas con discapacidad”.

Daniela Marisol Castro, es la encargada del taller productivo, ella relata sobre la importancia de la oportunidad de superación que esta actividad genera a las personas con discapacidad. “Con el proyecto buscamos que tengan una economía  propia y surjan por sí solos” sostiene Castro mientras muestra algunas artesanías con finos detalles en su acabo. Utensilios para la cocina, sillones de bejuco, masetas, entre otros productos artesanales que forman parte de la variada oferta con detalles particulares que las personas con discapacidad se esmeran en darle a cada uno de sus productos laborados manualmente.

Estos productos ya han captado la preferencia de personas solidarias que quieren apoyar esta iniciativa a través de la compra de sus productos en ferias locales hasta donde llegan para exponer y vender sus artesanías.

La encargada del taller sostiene que con esta actividad han logrado que las personas se sientan útiles por sus diferentes capacidades en el tallado, barnizado, pintado, recolección y hasta en la venta. Este último es la parte del proceso que más satisfacción genera en las personas con discapacidad. “Son felices cuando hacen una venta, se sienten útiles porque les apoya a la sobresalir” argumenta Castro, quien acota que los ingresos por la venta serán destinados para apoyar en sus casas y el resto para la compra de materiales y equipamiento.

Los productos son de buena calidad y permanentemente se preocupan por ir mejorando su trabajo, para lo que se investiga y actualiza. “Aquí casi no empleamos máquinas, aquí todo es producido artesanalmente, todo es manual” concluye Castro.